Pertenece a la época del Neolítico-Calcolítico, del año 2500 a.C. El sepulcro megalítico de Longar presenta unas características arquitectónicas que la convierten en una "rareza" constructiva.
Se construyó una cámara subterránea, excavada en arcillas vírgenes, de forma alargada, con la cabecera describiendo un semicírculo, yendo a morir en la puerta de acceso. Todo el interior se delimitó por un muro de lajas a seco, sin argamasa, y el conjunto se cerró con una cubierta adintelada de enormes proporciones, dos losas de arenisca de siete toneladas en conjunto, que encajaban perfectamente entre sí. En el interior se encontraron los huesos de más de cien individuos de todas las edades.
Es destacable la ausencia de elementos de adorno personal en el depósito; así como, la aparición de cuatro puntas de flechas alojadas todavía en partes del esqueleto de otros tantos individuos varones.
Situado en el alto de los Bojes, presenta un buen estado de conservación.
Considerado de gran interés por ser único en todo el norte peninsular y el tercero en su estilo en el resto.